domingo, 27 de abril de 2008




El cielo tiene interferencia...

Ya no llegan en vapor

mis lágrimas al sol,

ya no suben aleluyas

encunados en la luna,

ya no viajan los lamentos

ni alaridos de las tumbas,

ni los rezos indecentes

de iglesias en penumbra.


No escuchan las estrellas,

ni miran las galaxias;

no abrazan con sus cantos

las noches de miseria.


Ni los cráteres de ozono

respiran a la tierra.

Y el Dios que mora el cielo

nos cree inadvertidos de sí mismo,

no oye a sus niños,

ni cantos en los templos,

ni rezos sinceros.


Es silencioso,

el gemir canceroso del planeta...


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El techo ignívomo del mundo

desliza su ponzoña en los volcanes,

la orla del valle trolero

asola las miserias de un pueblo

en decadencia;

mientras tanto TÚ

cruzado de brazos

meditas dislates pícnicos,

sordo al quejumbre histérico

del mundo

que se autoroe a tu lado...