domingo, 28 de septiembre de 2008

VIDA, MUERTE, DIOS...


Hace unos días estaba sentada frente al monitor mientras mi hijo, a un metro de mí, cenaba. De repente, su vocecita sonó: -Mamita, ¿es cierto que algún día todos moriremos?- Arranqué la vista de golpe del monitor y lo miré, tenía la carilla expectante y aunque yo sentía un nudo tumoroso en el estómago, no le mentí: -Sí hijo, así es... - La expresión de su rostro se desfiguró frente a mí, los labios se le fueron abajo y los ojos se le llenaron de niebla, yo, sentía un torrente de reacciones cayéndome encima, le abrí simplemente los brazos y él corrió hacia mi cuerpo; lo abracé vehemente mientras sus dulces, níveas, tiernas lagrimitas mojaban sus mejillas. Fueron segundos que golpearon mi ser, no sabía qué hacer, qué decir, sólo le apretaba fuerte deseando que sintiera todo el amor que pudiera llevar dentro. Luego pensé en Dios, o fue Dios el que me habló, no sé; entonces le hablé de él, le dije que Dios nos tiene preparado un hermoso lugar para estar después de morir, me sentí incrédula de mis palabras, me dio vergüenza, dudé incluso de lo que decía, tengo que decirlo, sin embargo mi pequeño escuchó con atención y los ojos se le abrieron esperanzados, la carita recuperó su lucidez, sonrió y entonces me dijo: - Mamita, yo quiero ir a conocer a Diosito...